Cómo desarrollar la Inteligencia emocional en el aula
Las personas con altos niveles de inteligencia emocional tienen la capacidad de ajustar fácilmente las propias emociones y utilizarlas en su beneficio, adaptándose al entorno para lograr unos objetivos.
Además de ser más comprensivos y compasivos tienen mayor conciencia de las emociones de los demás, lo que proporciona al individuo ventajas cuando trabaja en grupo. Para los profesores, por ejemplo, permite medir el estado de ánimo de un estudiante y examinar cuidadosamente el ambiente del aula. Evaluar los elementos emocionales de sus alumnos en cualquier situación, ya sea positiva o negativa, ayuda a mantener a los estudiantes comprometidos y permite al maestro comprender mejor su comportamiento, sus reacciones y niveles de estrés.
Desarrollar la inteligencia emocional de un estudiante le facilita obtener mejores resultados. Los niños necesitan comprender las diversas emociones y saber leerlas en los demás (entusiasmo, nerviosismo, frustración, aburrimiento o impaciencia…). Cuando observan a sus maestros y padres manejar situaciones difíciles, comprueban cómo otros enfrentan y manejan sus emociones. También aprenden al observar las reacciones de sus compañeros en clase y en el patio de recreo, ya sea de forma consciente o inconsciente.
Los estudiantes necesitan practicar el control de sus emociones. Las tormentas de ideas sobre las formas en que podrían reaccionar en diferentes situaciones y luego permitirles el juego de roles, brindan la oportunidad de practicar sus respuestas.
Debemos animarles a ver la vida desde la perspectiva de otras personas. Por ejemplo, podemos pedirles que escriban un ensayo sobre cómo se sentirían siendo un estudiante que tuvo que exiliarse a un país extraño, inscribirse en una nueva escuela, donde no sabía hablar el idioma y que tuvo que dejar sus amigos y parientes detrás. El propósito de estos ejercicios es que los niños desarrollen la empatía.
Para los niños más pequeños, se puede comenzar hablando de los personajes de un libro, pidiéndoles que describan lo que el personaje podría estar pensando. “¿Cómo se sintió Cenicienta después de que las hermanastras rompieran su vestido?”.
Debemos enseñarles a ayudar a los demás, lo cual les hará sentir importantes y valorar su esfuerzo. También permitir que sientan frustración, cometan errores y experimenten el conflicto, para que comprueben que cada acción conlleva una consecuencia, de la cual pueden extraer valiosas enseñanzas. La educación emocional es comprender que no siempre obtienes lo que quieres, pero que si puedes aprender a manejar esa situación.
Por último, pero no menos importante, es esencial trabajar con los estudiantes en el aula el fomento de su optimismo y desarrollar la gratitud.
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